El protocolo IPv4 ha servido bien a las necesidades de la Internet durante muchos años, pero desde el primer momento estaba muy limitado en cuanto a capacidad de direccionamiento: 4294 millones de direcciones únicas como máximo, y un sistema de gestión que desaprovecha muchas de ellas. El auténtico boom en número de dispositivos conectados a las redes (tanto fijos como en movilidad) ha llevado a este veterano protocolo al límite, y ya hemos llegado al punto de escasez de direcciones disponibles.
Entonces… ¿qué hacemos cuando se agoten las últimas direcciones disponibles? Esencialmente, esto significa que las redes ya no podrán crecer más —hay alguna alternativa, como el (CG)NAT [1] pero acarrean sus propias complicaciones y, al cabo, no son más que parches.
Por contra, IPv6 está diseñado para reemplazar a IPv4 y desde el primer momento tiene en cuenta estas consideraciones.
Las direcciones IPv6 tienen 128bits de longitud (por ejemplo, 2001:2345:6789:abcd:ffff:0012:3456:7890), comparado con los 32bits de las direcciones IPv4 (por ejemplo, 8.8.8.8). Por consiguiente, el espacio de direccionamiento que IPv6 puede manejar es muy superior: hasta 3.4 x 1038 addresses (or 8.5 x 1028 más direcciones de las que IPv4 podría manejar — números “grandes”).
Durante una serie de años, ambos esquemas de direccionamiento —IPv4 e IPv6— tendrán que convivir y serán soportados en paralelo… pero eventualmente IPv6 reemplazará a IPv4 completamente.
La infraestructura de doblenet (switches, routers, servidores y aplicaciones) soporta IPv6 desde al menos diciembre de 2008. Esto significa que podemos soportar sus aplicaciones de nueva generación de forma nativa, sin necesidad de utilizar “túneles” u otros elementos que puedan perjudicar el rendimiento, y sin que el número de direcciones IPv4 disponibles limite el crecimiento.